Muxía (A Coruña). (Foto: Miguel Riopa/EFE)
-
(…)
Ahora sentimos miedo, rabia y pena…
-
¿Y
en tu casa cómo está la gente?
-
Destrozada,
porque mi madre es redera y a mi madre le da de lleno. ¿Para quién hace las
redes ahora? ¿Y las otras rederas, qué? ¿Para quién hacen redes? Yo es lo que
pienso… Pero soy un niño y no puedo decir nada. Yo creo que no se lo han tomado
tan en serio. ¿Y por qué España no tiene ningún buque anticontaminación? ¿Es
que España no tiene costa, no? (…)
Lo
que acabas de leer son las declaraciones que realizaba ante las cámaras de Telecinco
un niño de Malpica (A Coruña) días después del hundimiento del petrolero
‘Prestige’. Hoy, con once años más a sus espaldas, me pregunto qué será de
aquel joven, que, sin pretenderlo, expresó el pesar de todo un país frente a la
gran tragedia.
Carnota. (Foto: Salvador de Sas)
Quizá,
tan estupefacto y preocupado como se mostró sin pudor ante los medios de
comunicación en 2002, no haya salido todavía de su asombro tras escuchar la
increíble sentencia que pone fin a más de una década de lucha en los tribunales.
Seguramente, su tristeza e indignación han aumentado al mismo tiempo que su
madurez.
Man de Camelle. (Foto: Genaro Díaz)
La
historia del ‘niño del Malpica’ es
sólo una de las muchas luces que iluminaron la negra sombra del chapapote.
Igual que la marea blanca llegada desde todos los puntos de España y de medio
mundo. O el precioso legado que nos dejó Manfred Gnädinger, ‘El Alemán de Camelle’, que llora desde
el cielo lágrimas de salitre…
(Foto: X. Rey/EFE)
13
de noviembre. Un día para el recuerdo y para el olvido. Lo que debería haber
sido una jornada histórica, una oportunidad única para transmitir al mundo un
mensaje de mano dura y transparencia,
se tornó en una vergüenza histórica de consecuencias casi tan impredecibles
como las del maldito buque.
Muxía. (Foto: Lavandeira Jr / EFE)
Nada
ha cambiado. Seguimos un rumbo suicida. Mientras contaminar salga gratis, no
lograremos capear el temporal que amenaza con hacernos zozobrar. Nos hemos
enrolado en una peligrosa singladura que nos llevará del ‘Nunca Máis’ al ‘Outro Máis’.
Manfred Gnädinger, ‘El Alemán de Camelle’
Pero
yo me niego a quedarme con un mal sabor de boca. Quiero que este artículo sea
un homenaje al ‘niño de Malpica’, a ‘Man,
el Alemán de Camelle’, a la imparable ‘marea
branca’, a todos aquellos que salieron a la calle para gritar ‘Nunca Máis’, a las gentes del mar, a
los ‘testimonios del Prestige’, a los cientos de miles de animales que murieron
en silencio… A todos los afectados directa o indirectamente por esta
catástrofe, los verdaderos condenados en este juicio injusto.
Voluntarios en una playa de Muxía (Foto: EFE)
Hay
razones para la esperanza. Una nueva generación ha crecido amando y respetando
el entorno en el que vive y del que vive. Sus manos limpias son algo más que un
símbolo. Son la garantía de un futuro sostenible, la representación de una
fuerza poderosa que nos remolcará, por fin, a buen puerto.
Si señor Manu, suscrito hasta la última coma
ResponderEliminarTus palabras expresan perfectamente el sentir de muchos. Gracias Manu
ResponderEliminarManu,no puedo evitar emocionarme ,me toca el alma ,esto lo llevo muy dentro,nunca lo podré olvidar ,y como rieña que soy ,en tierra adentro ahora te digo gracias igual
ResponderEliminarque te las dará la mar..
Grande Manu , el sentir de muchos ; los que todavía asistimos impávidos a la impunidad más absoluta con nuestro entorno, con el medio de vida de mucha gente,con el futuro de nuestra fauna y de nuestros hijos.
ResponderEliminar